Muy poco se ha dicho de la locura, sobre su trayecto cursado de modo transversal, es decir, de manera significativa en todos los períodos de la historia. Se mostrará brevemente la locura, y se pretende no hacer una explicación
sobre el interés que algunos filósofos le prestaron o no, a la enfermedad
mental, en cada época. Sin embargo, este tema merece dedicarle un poco de nuestra atención, a causa del
posible aumento de las enfermedades mentales; desde esta visión, se considera que todos estamos enfermos,
en cierta medida leve, y solo necesitaríamos de un factor, sea
predisponente, determinante o desencadenante, para el surgimiento de la locura. Se debe aclarar, que en
la actualidad estas enfermedades tienen que ser vistas objetivamente, para evitar ir por la
calle señalando a quien tiene o no una patología (proviene de las raíces etimológicas πάθος (pathos), que significa enfermedad y λογία (logía), que significa estudio o tratado). La filosofía dirá muy
poco sobre la locura, debido a la comparación que de ella se hace con la misma locura, es decir,
dicha comparación aparece en textos actuales y se sujeta a interpretaciones
varias, porque obviamente, el hombre que tiene una patología no está privado de
tener ideas. Más adelante se considera a Foucault, el cual a ciencia cierta y por sus investigaciones, dirá que los locos tanto como los que no están en tal estado,
también tienen ideas sea despiertos como dormidos, de lo que se deduce que
ellos tienen una noción del mundo, pero es una realidad distinta a la del
filósofo; estos en segundo lugar, buscan una vida feliz al igual que los locos, pero en
el caso de quienes padecen patología, es posible que ellos también busquen
vivir feliz, mas solo en el mundo que ellos mismos crean, mediante la
desintegración de la realidad ‘real’ que les afecta.
Ya Decartes diría y por supuesto que es cuestionante,
aunque dice algo interesante en el planteamiento de su pregunta al iniciar la
‘Meditación Primera’ de esta manera,
“¿Cómo puedo negar que estas manos y
este cuerpo son míos? Para negarlo tendría que ser insensato o un perturbado,
como esos que aseguran continuamente que son emperadores y van vestidos de
andrajos, o creen que poseen trajes de oro y púrpura y van desnudos o se
imaginan ser un cántaro o que su cuerpo es de cristal . Esos son locos y yo
sería tan extravagante como ellos si siguiera su ejemplo”[1].
Se anticipa de cierta manera la
necesidad de situarse en un plano experiencial más cercano a la realidad del
sujeto que padece una enfermedad mental, dicho desde la perspectiva de
Descartes; y si bien, sabemos que la sociedad aborrece o siendo más fuertes con
los términos, se piensa que la sociedad tiende a excluir a quienes están ‘locos’
porque no tienen un lugar que ocupar en la sociedad, es decir, ya nadie les
entiende y por consiguiente dejan de pertenecer a un grupo, todo esto porque
sus ideas no se asemejan a los grados de normalidad del grupo.
Ahora
comprobemos que es la sociedad la cual vuelve neurótico al individuo, entonces se dice que ésta, produce la enfermedad mental y atendiendo a los presupuestos de Shopenahuer entre sus
teorías, pensaba que la ‘locura’ era causada por la represión de los recuerdos
dolorosos o traumas, aunque no usaba el término ‘represión’, él prefirió leer a
Freud antes que a algún otro autor, que sea de filosofía. Este pensamiento
refleja lo que he mencionado afirmando que “la mayoría de veces los locos
no yerran en el conocimiento de lo inmediatamente presente, sino que su desvarío se refiere siempre a lo ausente y lo pasado, y a eso se debe su
relación con lo presente. Por tal motivo llega a afirmar que su enfermedad
tiene que ver en especial con la memoria”[2], hasta el momento se comprueba una verdad, luego se procede a afirmar que si una persona
tiene o no una enfermedad mental, se cuidará el poner en consideración todos los
factores psicogenéticos, psicosociales, psiconeurológicos, etc., para poder
concluir que realmente se trata de una enfermedad mental. Véase que se trata de
analizar pautas conductuales de normalidad y anormalidad, en los espacios en
que se desenvuelve el individuo. “El
sujeto, lo que busca siempre es huir de la realidad porque le ocasiona dolor”[3].
Existe una
conciencia de inversión para Foucault, al momento de concebir la locura, puesto
que al suponer a quienes están ‘locos’ conforme a la mayoría y no los llamados ‘normales’,
serían los ‘normales’ quienes estarían dentro del espacio de "locura" y no quienes están ‘locos’. Así,
dirá: “no hay que calificar o
descalificar a la locura, sino solamente de indicarla en una especie de
existencia sustantiva; entendiendo esta sustantividad como la designación de
alguien que está loco, alguien que evidentemente lo es”[4],
nuevamente aparece la necesidad de tener un criterio acertado sobre la
enfermedad mental; considera además, el mentado autor que “la naturaleza de la locura es al mismo tiempo su útil sabiduría y es
que, si algo no se obtiene por nuestra razón, entonces por la locura se
obtiene”[5],
tan cierto es que mediante la locura ser humano puede decir aquello que le ha
sido negado decir por un orden establecido. Quien no tiene voz es libre de
decir y hacer lo que le plazca, a pesar de que lo consideren ‘anormal’.
En la
actualidad solo se acepta como verdad el hecho de que todos padecemos de la
locura y por ende no existe verdad alguna.
“De vez en cuando hay que dejar hablar a la locura que
habita nuestra conciencia”
Se considera
pues que hay diferentes enfermedades mentales, que no pueden ser tratadas del
mismo modo que otras, y por consiguiente, se sigue que el ser humano, si se
desea convertirlo en objeto de experimentación a partir de considerarlo
‘enfermo metal’, antes se debe considerar todos los factores posibles que han
podido predisponer, determinar o desencadenar la ‘enfermedad mental’.
[1] DESCARTES, Renato, Obras Completas, Trad. De M. Machado,
Casa Editorial Garnier Hermanos, París, 1975, Pág. 68.
[2] Cfr.: SCHOPENAHUER,
Arthur, El Mundo como voluntad y
Representación, Vol. 1, Editorial Losada, Buenos Aires, 2009, Pág. 107.
[3] Cfr.: ANDRADE, Ximena, Apuntes de Clase: Psicopatología de la Niñez
y Adolescencia, S.E., Quito, Período 40, 2012.
[4] FOUCAULT, Michel, Historia de la Locura, Vol. II, Fondo de
Cultura Económica, Argentina, 2007, Pág. 3.
[5] Cfr.: Ibíd.: Pág. 23.
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