martes, 11 de septiembre de 2012

La enfermedad mental, superando las interpretaciones.



            Muy poco se ha dicho de la locura, sobre su trayecto cursado de modo transversal, es decir, de manera significativa en todos los períodos de la historia. Se mostrará brevemente la locura, y se pretende no hacer una explicación sobre el interés que algunos filósofos le prestaron o no, a la enfermedad mental, en cada época. Sin embargo, este tema merece dedicarle un poco de nuestra atención, a causa del posible aumento de las enfermedades mentales; desde esta visión, se considera que todos estamos enfermos, en cierta medida leve, y solo necesitaríamos de un factor, sea predisponente, determinante o desencadenante, para el surgimiento de la locura. Se debe aclarar, que en la actualidad estas enfermedades tienen que ser vistas objetivamente, para evitar ir por la calle señalando a quien tiene o no una patología (proviene de las raíces etimológicas πάθος (pathos), que significa enfermedad y λογία (logía), que significa estudio o tratado). La filosofía dirá muy poco sobre la locura, debido a la comparación que de ella se hace con la misma locura, es decir, dicha comparación aparece en textos actuales y se sujeta a interpretaciones varias, porque obviamente, el hombre que tiene una patología no está privado de tener ideas. Más adelante se considera a Foucault, el cual a ciencia cierta y por sus investigaciones, dirá que los locos tanto como los que no están en tal estado, también tienen ideas sea despiertos como dormidos, de lo que se deduce que ellos tienen una noción del mundo, pero es una realidad distinta a la del filósofo; estos en segundo lugar, buscan una vida feliz al igual que los locos, pero en el caso de quienes padecen patología, es posible que ellos también busquen vivir feliz, mas solo en el mundo que ellos mismos crean, mediante la desintegración de la realidad ‘real’ que les afecta.
Ya Decartes diría y por supuesto que es cuestionante, aunque dice algo interesante en el planteamiento de su pregunta al iniciar la ‘Meditación Primera’ de esta manera,

“¿Cómo puedo negar que estas manos y este cuerpo son míos? Para negarlo tendría que ser insensato o un perturbado, como esos que aseguran continuamente que son emperadores y van vestidos de andrajos, o creen que poseen trajes de oro y púrpura y van desnudos o se imaginan ser un cántaro o que su cuerpo es de cristal . Esos son locos y yo sería tan extravagante como ellos si siguiera su ejemplo”[1].

            Se anticipa de cierta manera la necesidad de situarse en un plano experiencial más cercano a la realidad del sujeto que padece una enfermedad mental, dicho desde la perspectiva de Descartes; y si bien, sabemos que la sociedad aborrece o siendo más fuertes con los términos, se piensa que la sociedad tiende a excluir a quienes están ‘locos’ porque no tienen un lugar que ocupar en la sociedad, es decir, ya nadie les entiende y por consiguiente dejan de pertenecer a un grupo, todo esto porque sus ideas no se asemejan a los grados de normalidad del grupo.
Ahora comprobemos que es la sociedad la cual vuelve neurótico al individuo, entonces se dice que ésta, produce la enfermedad mental y atendiendo a los presupuestos de Shopenahuer entre sus teorías, pensaba que la ‘locura’ era causada por la represión de los recuerdos dolorosos o traumas, aunque no usaba el término ‘represión’, él prefirió leer a Freud antes que a algún otro autor, que sea de filosofía. Este pensamiento refleja lo que he mencionado afirmando que “la mayoría de veces los locos no yerran en el conocimiento de lo inmediatamente presente, sino que su desvarío se refiere siempre a lo ausente y lo pasado, y a eso se debe su relación con lo presente. Por tal motivo llega a afirmar que su enfermedad tiene que ver en especial con la memoria”[2], hasta el momento se comprueba una verdad, luego se procede a afirmar que si una persona tiene o no una enfermedad mental, se cuidará el poner en consideración todos los factores psicogenéticos, psicosociales, psiconeurológicos, etc., para poder concluir que realmente se trata de una enfermedad mental. Véase que se trata de analizar pautas conductuales de normalidad y anormalidad, en los espacios en que se desenvuelve el individuo. “El sujeto, lo que busca siempre es huir de la realidad porque le ocasiona dolor”[3].
Existe una conciencia de inversión para Foucault, al momento de concebir la locura, puesto que al suponer  a quienes están ‘locos’ conforme a la mayoría y no los llamados ‘normales’, serían los ‘normales’ quienes estarían dentro del espacio de "locura" y no quienes están ‘locos’. Así, dirá: “no hay que calificar o descalificar a la locura, sino solamente de indicarla en una especie de existencia sustantiva; entendiendo esta sustantividad como la designación de alguien que está loco, alguien que evidentemente lo es”[4], nuevamente aparece la necesidad de tener un criterio acertado sobre la enfermedad mental; considera además, el mentado autor que “la naturaleza de la locura es al mismo tiempo su útil sabiduría y es que, si algo no se obtiene por nuestra razón, entonces por la locura se obtiene”[5], tan cierto es que mediante la locura ser humano puede decir aquello que le ha sido negado decir por un orden establecido. Quien no tiene voz es libre de decir y hacer lo que le plazca, a pesar de que lo consideren ‘anormal’.
En la actualidad solo se acepta como verdad el hecho de que todos padecemos de la locura y por ende no existe verdad alguna.
“De vez en cuando hay que dejar hablar a la locura que habita nuestra conciencia”
Se considera pues que hay diferentes enfermedades mentales, que no pueden ser tratadas del mismo modo que otras, y por consiguiente, se sigue que el ser humano, si se desea convertirlo en objeto de experimentación a partir de considerarlo ‘enfermo metal’, antes se debe considerar todos los factores posibles que han podido predisponer, determinar o desencadenar la ‘enfermedad mental’.







[1] DESCARTES, Renato, Obras Completas, Trad. De M. Machado, Casa Editorial Garnier Hermanos, París, 1975, Pág. 68.
[2] Cfr.: SCHOPENAHUER, Arthur, El Mundo como voluntad y Representación, Vol. 1, Editorial Losada, Buenos Aires, 2009, Pág. 107.
[3] Cfr.: ANDRADE, Ximena, Apuntes de Clase: Psicopatología de la Niñez y Adolescencia, S.E., Quito, Período 40, 2012.
[4] FOUCAULT, Michel, Historia de la Locura, Vol. II, Fondo de Cultura Económica, Argentina, 2007, Pág. 3.
[5] Cfr.: Ibíd.: Pág. 23.